Ultimas noticias del Valle Vidriales
UN PASEO POR LA NIÑEZ publicado por Emilio (€1000io) en el foro.
Difíciles años aquellos que nos tocó vivir en la década de los 50 y 60. Casi no teníamos de nada. Carecíamos de: luz eléctrica, agua corriente, radio, tele, teléfono, revistas, tebeos, medios de comunicación, medios de locomoción, (sí la burra), juguetes, dinero, etc. etc. Todo escaseaba en una pobre economía familiar de subsistencia en un país de la posguerra con pocos recursos, marginado y olvidado por otras naciones. Los niños a la escuela. Eso sí, “los niños con los niños” y “las niñas con las niñas”. A pesar de las penurias éramos niños felices. En la escuela estudiábamos en voz alta. Nos daban leche en polvo, mantequilla y queso americano, que enviaban como ayuda. En casa se comía de lo que se cosechaba en el campo, casi siempre lo mismo. No teníamos menús variados. Por la mañana, las ricas sopas de ajo y a veces un huevo frito. Al mediodía el típico pote de garbanzos con tocino y un poco de chorizo, y delante sopa de fideos. Para merendar, a veces una simple lechuga con sal y pimentón, o en el mejor de los casos un cacho de pan con chorizo o jamón. Y para la cena, patatas con bacalao. Durante el buen tiempo, se salía a tomar el fresco a la calle y mientras nuestros padres charlaban con los vecinos, los niños correteábamos y jugábamos por las calles sin luz eléctrica. Años después ya llegó la luz y había cuatro farolas en todo el pueblo que se encendían una a una con un palo largo pero que alumbraban menos que una vela. Luego, a dormir después de haber hecho pipí en el corral y haber apagado la vela, el candil, el farol, o el carburo. En el invierno, “enrrellaos” tiritando de frío a pesar de tener calefacción central (el brasero). Dormíamos hasta tres hermanos juntos para darnos calor y eso que teníamos las famosas mantas zamoranas de auténtica lana, pero es que las sábanas estaban heladas. Había tan poco dinero, que se canjeaban huevos por naranjas, y “la iguala” del barbero se pagaba con “heminas” de trigo. Se intercambiaban los productos. Las calles de nuestros pueblos, oscuras como la boca del lobo, siempre estaban llenas de mucho polvo o mucho barro dependiendo de la época del año. Entonces llovía mucho y hacía mucho frío. Éramos tan pobres que la sementera apenas daba para comer durante el año. Además había que compartirla con la pareja de vacas que se tenían para trabajar, con la burra o con los cochos que se cebaban para la matanza. Era costumbre de matar uno o dos cochos cada año que era la base de la alimentación de la mayoría de las familias. Pero dentro de nuestra pobreza, éramos niños felices. La situación de entonces supongo que era generalizada en muchas zonas de España. Los jóvenes de hoy seguramente no darán crédito a mis comentarios, pero se podrían contar infinidad de cosas de entonces que hoy sonarían a “cuento chino”. Afortunadamente aquellos años quedaron atrás y los niños de hoy (nuestros hijos y nietos), pueden vivir mejor, rodeados de todas las comodidades y sin ninguna privación y tan felices o más que nosotros. Así se cumple el viejo dicho: ningún tiempo pasado fue mejor. Emilio (€1000io).
Difíciles años aquellos que nos tocó vivir en la década de los 50 y 60. Casi no teníamos de nada. Carecíamos de: luz eléctrica, agua corriente, radio, tele, teléfono, revistas, tebeos, medios de comunicación, medios de locomoción, (sí la burra), juguetes, dinero, etc. etc. Todo escaseaba en una pobre economía familiar de subsistencia en un país de la posguerra con pocos recursos, marginado y olvidado por otras naciones. Los niños a la escuela. Eso sí, “los niños con los niños” y “las niñas con las niñas”. A pesar de las penurias éramos niños felices. En la escuela estudiábamos en voz alta. Nos daban leche en polvo, mantequilla y queso americano, que enviaban como ayuda. En casa se comía de lo que se cosechaba en el campo, casi siempre lo mismo. No teníamos menús variados. Por la mañana, las ricas sopas de ajo y a veces un huevo frito. Al mediodía el típico pote de garbanzos con tocino y un poco de chorizo, y delante sopa de fideos. Para merendar, a veces una simple lechuga con sal y pimentón, o en el mejor de los casos un cacho de pan con chorizo o jamón. Y para la cena, patatas con bacalao. Durante el buen tiempo, se salía a tomar el fresco a la calle y mientras nuestros padres charlaban con los vecinos, los niños correteábamos y jugábamos por las calles sin luz eléctrica. Años después ya llegó la luz y había cuatro farolas en todo el pueblo que se encendían una a una con un palo largo pero que alumbraban menos que una vela. Luego, a dormir después de haber hecho pipí en el corral y haber apagado la vela, el candil, el farol, o el carburo. En el invierno, “enrrellaos” tiritando de frío a pesar de tener calefacción central (el brasero). Dormíamos hasta tres hermanos juntos para darnos calor y eso que teníamos las famosas mantas zamoranas de auténtica lana, pero es que las sábanas estaban heladas. Había tan poco dinero, que se canjeaban huevos por naranjas, y “la iguala” del barbero se pagaba con “heminas” de trigo. Se intercambiaban los productos. Las calles de nuestros pueblos, oscuras como la boca del lobo, siempre estaban llenas de mucho polvo o mucho barro dependiendo de la época del año. Entonces llovía mucho y hacía mucho frío. Éramos tan pobres que la sementera apenas daba para comer durante el año. Además había que compartirla con la pareja de vacas que se tenían para trabajar, con la burra o con los cochos que se cebaban para la matanza. Era costumbre de matar uno o dos cochos cada año que era la base de la alimentación de la mayoría de las familias. Pero dentro de nuestra pobreza, éramos niños felices. La situación de entonces supongo que era generalizada en muchas zonas de España. Los jóvenes de hoy seguramente no darán crédito a mis comentarios, pero se podrían contar infinidad de cosas de entonces que hoy sonarían a “cuento chino”. Afortunadamente aquellos años quedaron atrás y los niños de hoy (nuestros hijos y nietos), pueden vivir mejor, rodeados de todas las comodidades y sin ninguna privación y tan felices o más que nosotros. Así se cumple el viejo dicho: ningún tiempo pasado fue mejor. Emilio (€1000io).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ultimas entradas publicadas
.
.
Suscribirse a Grupo Arqueologico Petavonium | ||
Ver archivos en groups.google.es |
9 comentarios:
Publicar un comentario